
El desprestigio del Concejo de Ibagué sepulta los miércoles comunitarios
El panorama no puede ser más desalentador.
El divorcio entre el Concejo de Ibagué y la ciudadanía quedó en evidencia ayer miércoles 5 de marzo, cuando ni un solo líder comunal ni ciudadano se acercó al cabildo para participar en la jornada de miércoles comunitario, un espacio institucionalizado desde hace años para escuchar las necesidades de la ciudad. La escena desoladora no solo reflejó la crisis de credibilidad que atraviesa la Corporación, sino que desnudó el profundo desinterés y la desilusión que sienten los ibaguereños frente a la gestión pública.
El concejal William Rosas, uno de los pocos cabildantes que se atrevió a poner el dedo en la llaga, reconoció que la situación es alarmante y que el desinterés ciudadano tiene raíces profundas.
La falta de respuestas por parte de la administración de Johana Aranda es una de las causas que, según Rosas, ha terminado por sepultar el interés ciudadano. “Ayer se dijo por parte de algunos concejales que los secretarios del gobierno no contestan el teléfono, no dan respuestas, se hacen visitas a los barrios pero no hay soluciones, y la oferta institucional está completamente desconectada del Concejo”, denunció.
El panorama no puede ser más desalentador: una comunidad que ha perdido la fe en sus representantes, un Concejo que se ha convertido en un convidado de piedra y en el simple eco de los discursos oficiales y una administración municipal que, en lugar de atender las necesidades de la gente, parece más interesada en la propaganda que en la gestión.
La crisis va más allá del recinto del Concejo. Es el reflejo de una ciudad donde los problemas se acumulan sin solución y donde los espacios de participación ciudadana se convirtieron en vitrinas vacías que no sirven para nada. La propuesta de Rosas de llevar el cabildo a las comunas suena loable, pero difícilmente prosperará si el gobierno municipal no cambia su actitud indolente.
La desconexión entre el poder y la gente es el caldo de cultivo perfecto para la indiferencia, el abstencionismo y el desgobierno. Mientras los problemas se enquistan y la ciudad se hunde en el caos, el Concejo de Ibagué parece condenado a seguir hablando solo en medio de su propia soledad.



