Ibagué

En trifulca terminó celebración de fin de año de empleados y contratistas de Infibagué

Puños y patadas a granel en el parqueadero de la discoteca Estancomodos, en el sector Mirolindo, dejaron en evidencia el caos interno que reina en la administración municipal qué dirige Johana Aranda.

La noche del sábado 14 de diciembre de 2024 quedará marcada como una vergüenza para Ibagué. Lo que debía ser una simple celebración de fin de año organizada por el Instituto de Financiamiento Promoción y Desarrollo de Ibagué (Infibagué), bajo la dirección de Edilberto Pava, terminó en una batalla campal entre sus propios empleados. Puños y patadas a granel en el parqueadero de la discoteca Estancomodos, en el sector Mirolindo, dejaron en evidencia el caos interno que reina en la administración municipal qué dirige Johana Aranda.

Lo que empezó como una fiesta de integración, con trabajadores de planta y contratistas reunidos para despedir el año, escaló rápidamente al desorden absoluto. Según testigos, el alcohol corrió en abundancia y las tensiones, que venían latentes, explotaron en una discusión que degeneró en golpes entre los asistentes.

La división entre los empleados de planta y los contratistas no solo dejó claros los roces laborales, sino también la ausencia de liderazgo en una institución que, como gran parte de la administración Aranda, parece tambalear entre la incompetencia y el descontrol.

La Policía llegó al lugar para atender la alteración del orden público, lo que obligó al cierre del establecimiento, que tenía previsto otro evento. Las consecuencias se extendieron incluso al concejal Andrés Zambrano, quien debía usar la discoteca el domingo para un bingo benéfico destinado a recaudar fondos para comprar juguetes para niños necesitados.

Este escándalo no es un hecho aislado, sino un síntoma más de la profunda crisis que atraviesa la Alcaldía de Ibagué. La mandataria Johana Aranda, en lugar de consolidar su liderazgo, parece cada vez más desconectada de la realidad. Sus constantes apariciones públicas en roles de “ensueño”, como princesa, generan críticas que la pintan como una figura decorativa en lugar de una líder ejecutiva.

Mientras tanto, la administración se ha convertido en un feudo político del ‘Hurtadismo’, donde los intereses personales y las pugnas internas predominan sobre el bienestar de la ciudad. Las decisiones de peso quedan relegadas, y los trabajadores, al parecer, no solo ignoran a su jefa, sino que aprovechan cualquier ocasión para exhibir el desgobierno que permea las instituciones municipales.

El incidente de Estancomodos es más que un espectáculo vergonzoso: es un espejo que refleja una administración que, tras un año de gestión, ha pasado con más pena que gloria. Sin una dirección clara y con una mandataria que parece más preocupada por cumplir fantasías personales que por atender los problemas reales de Ibagué, el municipio se encuentra a la deriva.

La trifulca entre empleados no solo dañó la imagen de Infibagué, sino que también dejó expuesta la fragilidad de un gobierno que ha perdido la brújula. Ibagué, merece más que un circo político y administrativo. Este episodio debería ser una llamada de atención para una mandataria que aún tiene tiempo para enderezar el rumbo, aunque cada vez parece más difícil creer que Johana Aranda pueda o quiera asumir el liderazgo que la ciudad necesita.

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba