Ibagué

Hurtado da las órdenes: movimientos en la Alcaldía de Ibagué responden a su poder en la sombra

El dominio de Hurtado sobre el gabinete de Aranda revela no solo su capacidad para maniobrar políticamente, sino también la permanencia de viejas lealtades

Parece que en Ibagué, la verdadera autoridad en la administración, no recae en la alcaldesa Johana Aranda, sino en el hombre que dejó la silla del Palacio local hace ya un año: Andrés Fabián Hurtado.

El próximo remezón en el gabinete de Aranda, es el reflejo de la influencia sé si jefe político, y el trasfondo de estas movidas políticas ofrece una lectura sobre el poder que aún sigue tenido el ingeniero en la ciudad.

Fuentes le revelaron a Conlaverdad.com que dos personas de sus adentros competían por el mismo cargo, y amenazaban con abandonar le grupo si no conseguían una posición privilegiada. Frente a este dilema, la solución fue tajante: Hurtado simplemente impartió instrucciones a Aranda sobre los cambios que debía realizar en su gabinete para asegurar que ambas partes quedaran satisfechas.

El primer movimiento involucrará a la hermana del exalcalde, Carolina Hurtado, quien actualmente ocupa la Secretaría de Desarrollo Social y Comunitario y continuará allí hasta diciembre, ya que será la ficha a las próximas elecciones al Congreso.

Para enero, la vacante de Carolina sería ocupada por Edward Amaya, actual secretario de Gobierno. En su lugar, volvería al gabinete el abogado Milton Restrepo, quien anteriormente ocupó el cargo que hoy ostenta Amaya.

Este reordenamiento no ha estado exento de roces. Restrepo, quien previamente atacó a Amaya por su «falta de resultados», regresará al gobierno local en una jugada que parece obedecer a un propósito más amplio. Según las mismas fuentes, su retorno es clave no solo para consolidar el poder de Hurtado, sino también porque Restrepo mantiene estrechos lazos con Aurelio Reyes, actual fiscal Delegado ante los Jueces y quien en su momento fue director de Justicia bajo la dirección de Restrepo.

Este ajuste estratégico no solo resuelve una disputa interna en el ‘Hurtadismo’, sino que también reafirma una dinámica de poder en la que Aranda parece limitada a ejecutar las decisiones que le son impuestas desde la sombra. Con cada cambio, Hurtado consolida su control sobre la administración local y envía un mensaje claro a sus detractores: su influencia en la política de Ibagué sigue intacta, y cada jugada demuestra que, aunque oficialmente fuera del cargo, sigue siendo el verdadero “jefe” de la Alcaldía de Ibagué.

El dominio de Hurtado sobre el gabinete de Ibagué revela no solo su capacidad para maniobrar políticamente, sino también la permanencia de viejas lealtades y alianzas estratégicas, en una administración que, para muchos, parece dirigida por un poder en la sombra

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