Opinión

Melgar: donde el Partido Liberal se quita la careta. ¡Bienvenido, Escándalo de las Marionetas!

Ahora quieren llegar a Melgar para respaldar la candidatura de un julano.

Por: Jose Baruth Tafur Gutiérrez. Abogado – Especialista, Universidad Externado. Maestrante en Comunicación Política, Universidad Externado.

Advertencia: los comentarios aquí expresados son de exclusiva responsabilidad de su autor y en nada compromete a este medio de comunicación.

¿La incoherencia u oportunismo político en el Tolima? ¿Nuevo nivel de cinismo? El Partido Liberal, que en Ibagué presume distanciamiento del cuestionado clan Hurtado, no tuvo reparo alguno en remacharse mutuamente con el clan Hurtado, el mismo que tanto daño le ha hecho a Ibagué.

Ahora quieren llegar a Melgar para respaldar la candidatura de un julano. Así es: el mismo Andrés Hurtado, a quien tratan con pinzas en la capital y hablan mal de él en medios locales.

¡Voy a contextualizar el escenario de esta función! Armero Guayabal: la presencia sonriente y sin rubor de Medardo Ortega, exalcalde de ese municipio, condenado por corrupción en el escándalo de ‘Las Marionetas, (caso Mario Castaño): ¡60 mesecitos de condena! Ahora, sin sonrojarse, posa y, peor aun, normaliza el actuar indebido de los recursos del pueblo, unidos con el clan Hurtado y su hermana: los mismos de la obra fallida del puente fantasma de la 60, proceso de piques ilegales que prescribió pero nunca se falló a favor.

Es así como la corrupción en plena campaña preelectoral a la alcaldía de Melgar deja en evidencia la doble moral del Partido Liberal. En Ibagué se pintan como dignos y se deslindan del clan Hurtado, pero en Melgar se abrazan como viejos amigos de causa. No es un acto aislado: es una estrategia. Una política de camaleones, de máscaras que se cambian según el municipio.

Mientras tanto, en Ibagué la administración municipal continúa su desfile de apariencias. Esta vez, con brochas de pintura. La ‘gran obra’, presentada con fotos, niños y camisetas de nuestro vinotinto en la plazoleta de banderas del estadio Manuel Murillo Toro no fue otra cosa que una capa de pintura y poda, literalmente. Pero la narran como si hubiesen levantado una plaza nueva desde los cimientos.

Y no solo eso. Ahora, en vísperas de las fiestas de mitad de año, como sorpresa, comenzaron a “reparchar” la ciudad justo por donde pasará el desfile. ¡Qué coincidencia! Cuando llegan las comparsas, aparecen también las cuadrillas a tapar huecos. No por gestión, sino por maquillaje de emergencia. Otra vez, la imagen por encima del fondo.

En resumen: un partido que predica integridad mientras pacta con corruptos; una ciudad que confunde pintura con progreso; y un pueblo que cada vez exige menos. Pero todavía hay esperanza, si la ciudadanía decide abrir los ojos y reclamar coherencia, compromiso real y respeto por su inteligencia.

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