
Vendieron el espacio público y dejaron al pueblo por fuera del desfile de San Juan en Ibagué
La Alcaldía de Ibagué cedió el control del espacio público a particulares y dejó sin garantías de acceso a cientos de ciudadanos que madrugaron para ver el desfile.
En Ibagué, el desfile de San Juan, uno de los eventos centrales del Festival Folclórico Colombiano, en su versión 51, dejó en evidencia que el acceso al espacio público durante las fiestas solo fue posible para quienes tenían poder adquisitivo.
La Dirección de Espacio Público de la Alcaldía, bajo la administración de Johana Aranda, permitió abierta y descaradamente la ocupación masiva de zonas importantes del recorrido por parte de comerciantes que instalaron sillas y palcos con cobros que alcanzaron los 70 mil pesos por persona.
Desde la madrugada de ayer domingo 22 de junio, ciudadanos llegaron a sitios estratégicos como la Plaza de Bolívar y la Carrera Quinta con la intención de observar el desfile. Muchos se encontraron con espacios completamente copados por particulares que ofrecían sillas entre $30.000 y $40.000, restringiendo la permanencia en esos lugares a quienes no cancelaran el valor exigido.
La situación se replicó con los palcos. Durante el desfile de San Juan, los precios alcanzaron los $50.000 por persona, y para el próximo evento, el desfile de San Pedro, se anunció que el costo será de $70.000.
La situación generó molestia, malestar e indignación entre asistentes, especialmente entre la comunidad de a pie que acudieron con sus familias desde tempranas horas.
Personas que llegaron desde las 7:00 a. m. no lograron ubicarse en las zonas tradicionales. Quienes no pagaron, quedaron en sitios periféricas, o no alcanzaron a ver el paso de los grupos folclóricos.
En algunos tramos, la ocupación fue total. No hubo presencia visible de medidas que garantizaran zonas libres y gratuitas para la comunidad. La percepción fue clara: quien no pagaba, no veía.
El control sobre el espacio público durante la jornada estuvo en manos de quienes lograron instalar estructuras comerciales. Mientras unos ocuparon sillas numeradas y palcos elevados, otros debieron buscar entre los huecos del vallado alguna forma de participar visualmente del evento.
El acceso a una celebración tradicional como el desfile de San Juan, que durante décadas ha sido parte del patrimonio cultural colectivo de la ciudad, se definió este año por la capacidad económica. La organización del espacio dejó por fuera a sectores populares, a los más humildes, que históricamente han hecho parte activa de esta tradición.



