ANDI, Fenalco, Asocaña, Fedegán, ANIF: ¿generadoras de empleo?

Por: Edgar Antonio Valderrama Zabala.

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Fenalco, Federación Nacional de Comerciantes, ente gremial creado sin ánimo de lucro por un grupo de comerciantes, pese a que tiene como misión promover el desarrollo del comercio, la justicia social y el bienestar del país, fue la entidad que, junto a la ANDI, la Asociación Nacional de Cultivadores de Caña y la Sociedad de Agricultores de Colombia, más trabajó con los integrantes del Centro Democrático, Cambio Radical, MIRA y el Partido Conservador para hundir las reformas del gobierno que, en esencia, favorecían a la clase trabajadora más desprotegida: la laboral y la de la salud. Incluso Fenalco festejó el hundimiento de las reformas con sendos anuncios publicitarios.

Pregunta el ciudadano del común qué es lo que entienden por “promover la justicia social” y “afianzar las instituciones democráticas” el señor Jaime Alberto Cabal y sus delegados en todo el país, y qué entienden por “fomentar la solidaridad gremial” y “modernizar a los empresarios colombianos”, si como visión tienen trabajar por el desarrollo sostenible del comercio y los servicios, además de pregonar como objetivos fomentar el desarrollo del comercio, orientar, representar y proteger los intereses del comercio e impulsar el desarrollo competitivo de los comerciantes, si hacen todo lo contrario.

En los últimos años, los gremios en particular el Consejo Gremial desempeñaron un papel decisivo en la vida económica y política. Se presenta el ejemplo de la Federación Nacional de Cafeteros, la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (ANDI) y la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), tajantes en las definiciones de políticas macroeconómicas estabilizadoras y políticas comerciales que favorecen a las élites, manejando impresionantes recursos, pero no generan empleo ni empresas. O si no, que nos digan cuántas empresas han surgido en este tiempo y cuántos empleos han creado.

Un primer esfuerzo por aglutinar la acción gremial y organizar una asociación cúpula del conjunto de la actividad privada se adelantó a comienzos de los ochenta, durante la administración Turbay Ayala, mediante el denominado Frente Gremial, compuesto por la ANDI, Fenalco, Camacol y Fedemetal. Estuvo invitada a formar parte del grupo la SAC, y aunque no firmó su vinculación, sí participó en sus reuniones. La idea y el objetivo del Frente Gremial fueron hacer un seguimiento crítico a las políticas públicas de la administración Turbay y, sobre todo, de sus políticas de seguridad mediante el entonces llamado Estatuto de Seguridad. Los pronunciamientos del Frente Gremial tuvieron un impacto nacional y su carácter tendió a ser de confrontación frente al gobierno de turno. Terminada la administración Turbay Ayala, desapareció de la escena pública. Su corta historia sí sirvió como antecedente para la creación del Consejo Gremial Nacional.

La necesidad de más coordinación gremial nació posterior a la reforma constitucional de 1991, ya que allí se consignó de manera explícita el derecho de asociación. Un segundo motivo tuvo que ver con la ratificación y puesta en marcha, en la administración Gaviria, de abrir la economía al exterior, tema anunciado desde el gobierno Barco y que afectaba al conjunto de la actividad privada y requería el estudio cuidadoso de posibles impactos y la coordinación necesaria para ejercer una acción colectiva del sector privado frente a las decisiones del Gobierno en ese frente. En los archivos del CGN no se encuentran actas o escritos relativos a las acciones concretas durante los primeros dos años de actividad de ese Consejo, creado en 1991.

La primera referencia formal en actas, relativa a la organización y desarrollo del Consejo Gremial, data del 21 de abril de 1993, fecha en la que se reunió su Comité Coordinador con el fin de repensar sobre sus actuaciones desde la constitución y replantear el rumbo, prioridades y organización que este debería tener en adelante. Se refería a las acciones adelantadas por el Consejo desde su creación en julio de 1991, cuando se llegó a la conclusión de que, si bien este había alcanzado algunos logros, se reconocía que su influjo en las negociaciones internacionales no había sido digno. Se destacaba que en el seno del Consejo no se acordaron en forma debida los temas más sensibles; los diferentes sectores habían asistido, como siempre, cada uno por su lado, en defensa de sus propios intereses y no los gremiales, y mucho menos los del pueblo. Se reprochaba que no se había podido disponer de estudios técnicos que ayudaran a examinar el impacto de las negociaciones y la falta de una coordinación técnica que estimulara posiciones conjuntas, y fatalmente permitieron el ingreso de la politiquería a través de personajes que entendieron que manejar los gremios era rentable electoralmente. Entonces, los directivos nacionales y regionales fueron designados por políticos y gobernantes, como ha sido la práctica en el Tolima, olvidando que el sector trabajador es realmente el indispensable para el crecimiento económico del país en lo relacionado al sector empresarial.

Las evaluaciones sobre el rol de los gremios en Colombia, adelantadas entre los años sesenta e inicios de los ochenta, no fueron favorables para la labor de las colectividades ni para su impacto en el desarrollo nacional. En ese momento, el centro de atención se enfocaba en el impacto y la influencia que desplegaban los gremios, particularmente los agropecuarios encabezados por la SAC y Fedegán, frente a la reforma social agraria que se creó mediante la Ley 135 de 1961 y el organismo creado para administrarla, el INCORA. A la postre lo marchitaron en forma impresionante y se perdió el norte. Cuarenta y cinco años después, vuelven a quedar en la misma situación, al convertirse en opositores políticos del gobierno sin razón, antes que en motores de desarrollo de la nación